Hace mucho tiempo dejó de importarme lo
superficial, lo vano, los lujos, las etiquetas y la falsa y doble moral. Ya no
me quitan el sueño las habladurías, ni la envidia, ni los desprecios que pueda
causar. Ya no me interesan las conversaciones vacías, prefiero el murmullo de
la soledad. Ya no intento ser alguien que no soy para ser calificado como el
mejor. No me importa lo pasajero, elijo lo sincero, lo invisible a los ojos, lo
sencillo, lo verdadero; prefiero la conversación con mi estrella. Ella me
escucha y me habla sin cuestionar la verdad. Ella es mi vida y mi razón para
vivir. Así somos los vagabundos, al menos yo…
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